16 de Junio del 2022

'Un pub, un jardín y la Reina Vic' - Spike Edney

El sábado 4 de junio de 2022 fue un día muy especial en mi larga y variada carrera. 

Empecé tocando en Portsmouth y al sur, en clubes sociales y juveniles a finales de los años 60 y principios de los 70. Luego, en lo que parece ser un abrir y cerrar de ojos, me encuentro actuando frente a las puertas del Palacio de Buckingham, para el Jubileo de Platino de la Soberana. Debo admitir que esto me ha dado una pausa para contemplar qué viaje tan extraño y maravilloso ha sido. El camino desde Portchester hasta este lugar y ocasión especiales ha estado lleno de sorpresas, giros y vueltas. 

Para que conste, no es la primera vez que me encuentro en este tipo de situación. 

Lejos en 1977, durante el Jubileo de Plata, ¡me obligaron a tocar el piano en una fiesta callejera frente a un pub en Gosport! La pasé de perlas. Luego, hace veinte años, tuve la suerte y el honor de aparecer en el jardín trasero del ‘Buck House’ para las celebraciones del Jubileo de Oro, ¡así que supongo que este evento más reciente podría considerarse como un concierto de regreso!

Habiendo tenido la buena fortuna de ser el tecladista itinerante de (la banda) Queen desde 1984, he estado presente en un par de otros espectáculos memorables: Live Aid, los conciertos de cumpleaños de Nelson Mandela en Ciudad del Cabo, Hyde Park y Radio City (Nueva York); todos grandes eventos por derecho propio, pero tengo que decir que, como inglés, me sentí muy conmovido y profundamente honrado de ser parte de la actuación del sábado pasado.

Queen está en medio de una gira por el Reino Unido y Europa que se reprogramó desde 2020 debido a la pandemia. Una pausa de dos años había creado naturalmente un efecto de ‘oxidación’ en nuestras habilidades y la mayoría de nosotros, que hemos tenido covid en algún momento, definitivamente sentimos una falta de energía y agudeza mental cuando nos reunimos, en mayo pasado, para desempolvar las telarañas.

Habíamos tocado 2 noches en Glasgow, con un día libre planificado, antes de comenzar una temporada de 10 noches en The O2 de Londres. La invitación a participar en el ‘Jubileo de Platino’ era obviamente una oferta demasiado buena para que cualquier inglés patriota y apasionado la rechazara, así que cualquier pensamiento sobre las consecuencias de realizar 5 shows seguidos, fue desterrado inmediatamente al fichero de “nos preocuparemos más tarde cuando nos destrocen”. Después del segundo espectáculo en Glasgow el viernes, ‘hicimos una carrera’ desde el escenario directamente hasta el jet y nos llevaron rápidamente a Londres, donde nos registramos en el hotel, justo al lado de The Mall, a la 1:30 a.m. Hubo algo de alegría en el vuelo, pero todos estábamos muy conscientes de lo que nos esperaba y del costo que esta serie ininterrumpida de espectáculos nos causaría tanto física como mentalmente. En esta coyuntura, debo señalar que tres de nosotros (es decir, el 50% de la banda) somos septuagenarios y deberíamos tener la sabiduría para evitar pasar nuestras horas de vigilia retozando por los escenarios del mundo.

El sábado al mediodía, parcialmente descansados, partimos hacia el Palacio y pasamos por varios controles de seguridad, donde animados perros ‘olfateadores’ revisaron con entusiasmo nuestros vehículos, corriendo por el exterior, golpeando sus colas contra nuestra camioneta y creando un extraño efecto rítmico; ese fue el momento surrealista Nº 1.

Fuimos llevados al área tras bambalinas, que era un ‘pueblo’ desmontable, ubicado al fondo del Green Park, bordeando Birdcage Walk. Las cabañas estaban en líneas paralelas y teníamos nuestro propio callejón sin salida privado, ya que todo estaba diseñado teniendo en cuenta precauciones contra el covid. La mayoría de los artistas habían llegado allí el día anterior, así que fuimos los últimos en hacer la prueba de sonido. A lo largo de los años, desde Live Aid, Queen ha desarrollado una política de aparecer primero o último en tales eventos. Esta política les ha sido de mucha utilidad y funcionó especialmente en esta ocasión, ya que tras ser los últimos en probar sonido, nuestra configuración se mantuvo intacta hasta que actuamos, lo cual es muy deseable; ¡algo menos con que equivocarse! El director de televisión quería que ejecutáramos nuestro segmento varias veces para diseñar las tomas de cámara, pero esto fue muy tedioso porque conocemos las melodías y nos quita energía seguir repitiéndolas, además siempre hay personal, voluntarios y mirones que reaccionan con entusiasmo a la primera actuación, pero su entusiasmo se desvanece en la tercera o cuarta. Esto puede ser un poco deprimente.

Una vez que todos estuvieron satisfechos con el sonido y la imagen, caminamos detrás del escenario donde abordamos varios carritos de golf para el viaje de 2 minutos de regreso al pueblo. Esta es la peor parte del día porque se trata solo de dar vueltas y esperar, tratando de evitar las tentaciones del aburrimiento, comiendo ¡y esforzándote por mantenerte alejado de esa mesa llena de bebidas de cortesía!

Una de las partes buenas de un día como este, no obstante, es que tienes la oportunidad de ponerte al día con algunos contemporáneos que, en muchos casos, no hemos visto en años. Me volví a conectar con Steve Sidwell, que dirigía la orquesta residente; nos remontamos a 2002 cuando orquestó la partitura original del musical We Will Rock You, cuando se estrenó en The Dominion Theatre de Londres. También, casualmente, organizó la gran banda para mi boda en 2004. Pude ponerme al día con John Taylor de Duran, habiendo tocado en su primer simple de 12", Planet Earth, a principios de los años 80, y luego de gira extensamente en 1990. Luego me topé con Penny Lancaster (la Sra. Rod Stewart) y recordamos que fuí el líder de la banda en su boda en 2007. Fue un torbellino social de nombres, bonhomía del mundo del espectáculo, construcción de redes y besos falsos al aire, pero ayudó a pasar el tiempo. Sin embargo, mi momento favorito fue cuando un tumulto de guardias de seguridad y maquilladores señaló la llegada de Diana Ross… (¡ups! lo siento) ‘Miss Ross’ para ti y para mí. Iba escoltada por una falange de asistentes y se detuvo para recibir la admiración y los arrullos de todos, posó para algunas fotos y fue entonces cuando noté que llevaba un protector facial transparente; luciendo como si hubiera venido directamente de un set de filmación de Star Wars, como asistente de Darth Vader. Ese fue un momento surrealista Nº 2 que me hizo reír.

Muy pronto, llegó el momento de lavarse y cambiarse para nuestro ‘turno’. Unos minutos antes de la hora de salida programada, nos reunimos en el lounge de nuestra banda, donde se instaló mi teclado de ensayo y repasamos unas pocas partes vocales bien elegidas, para calentar y enfocar nuestras cabezas en el juego. Entonces, fuimos arriados a los carritos de golf una vez más. Esta vez, el carrito al que me dirigieron tenía una red oscura colgando a su alrededor, parecida a un mosquitero. Cuando pregunté su propósito, me informaron que estaba allí para actuar como un velo discreto para proteger a ‘Miss Ross’ de miradas indiscretas. A partir de ese momento pedí que me llamaran ‘Miss Spike’ ya que sentí que yo también era digno de protección. Todavía tengo pequeños delirios de grandeza, al parecer.

Tuvimos que hacer una pausa mientras un convoy de Rolls Royces con el estandarte real salía del Palacio frente a nosotros, haciendo que todos y cada uno se cuadraran; luego se nos permitió continuar hacia las Puertas del Palacio, donde desembarcamos para caminar alrededor de la estatua de la Reina Victoria. Se me ocurrió que probablemente estaría revolviéndose en su tumba, horrorizada por toda esta tontería que estaba ocurriendo afuera de su antigua casa. Esperamos tensos a un lado del escenario hasta que el director de escena de TV nos dio la señal para ocupar nuestros lugares. Nos pusimos en posición y la multitud comenzó a murmurar entusiasmada con aprensión; podían ver el parche del bombo con el logo de ‘Queen’ estampado, por lo que todos estaban al tanto de lo que estaba a punto de suceder. Hubo un silencio incómodo hasta que un vivo gritó “¿quién es ese tipo viejo en el piano?”. Supuse que se refería a mí, así que me giré con desdén y espeté con la comisura de la boca: “¡Elton John!”.

En ese preciso momento, la pantalla cobró vida y presenciamos por primera vez el fabuloso encuentro entre Su Majestad y el Oso Paddington. Fue entrañable, divertido y muy conmovedor. La escena final con ellos marcando el ritmo en las tazas de té fue más que invaluable, y luego entraron los redobles militares ¡y empezamos!

Adam Lambert comenzó su largo camino desde las Puertas del Palacio hasta el fondo del escenario y alrededor de la estatua, cantando todo el tiempo; gracias a Dios por la prueba de sonido porque nos pudo escuchar perfectamente y quedó totalmente sincronizado, evitando todo tipo de posibles descarrilamientos musicales. A continuación, nuestra atención se centró en la Reina Victoria, hasta donde Brian May subió en ascensor para tocar el solo de guitarra; el público enloqueció porque todos sabían el significado y la conexión con 20 años atrás cuando tocó el himno nacional en el techo del Palacio. La multitud frente a nosotros y los muchos miles que se alineaban en The Mall, además de los ocupantes de The Royal Box, todos levantaron las manos para la rutina de aplausos de We Will Rock You. La canción terminó y la respuesta fue ensordecedora; esperé a que se calmara un poco y luego comencé a tintinear la serpenteante introducción de Don't Stop Me Now. Esta es una de las canciones de Queen favoritas de todos los tiempos y la multitud se unió a ella con entusiasmo, ya que nos lanzamos a ella a un ritmo alegre. Ahora nos estábamos divirtiendo y entonces también todos los demás. Apenas después comencé los acordes familiares de la introducción de We Are The Champions. Las banderas se sostenían en alto y nos saludaban hasta donde alcanzaba la vista y, por supuesto, todos conocían la letra. Fue un momento alegre y me hizo sentir bastante emocionado. Cuando llegamos a los acordes finales, Adam entregó su "of the world" y entonces terminó; un rugido masivo de la multitud, una enorme ola de energía rodó hacia nosotros y yo pensaba: “¡Demonios! Estos son solo los primeros 10 minutos, ¡espero que puedan seguir así durante las próximas 3 horas!”. Reflexioné sobre lo orgullosos que habrían estado mis padres ¡y cómo habrían estado felices de que esas lecciones de piano finalmente resultaran!

Dejamos el escenario con el rugido continuando detrás de nosotros y nos detuvimos para tomar algunas fotos rápidas con el Palacio como telón de fondo. Luego regresamos al mundo real, abriéndonos paso entre un grupo de bailarines y artistas en fila, listos para su turno. Muchos nos vitorearon y aplaudieron, lo cual fue muy gratificante y cuando nos acercábamos a los carritos de golf, un policía de seguridad alto y amenazador, vestido de pies a cabeza con equipo táctico antiterrorista y sosteniendo un rifle de asalto muy imponente, me detuvo; de repente me sentí raro y un poco incómodo. ¿Me habían confundido con algún tipo dudoso y desagradable? ¿Estaba yo en una lista de sinvergüenzas indeseables e incorregibles?

Me preguntó: “¿Eres Spike Edney?”. Me sentí ansioso y asentí. Hubo un segundo en el que me pregunté qué podría querer él de mí. ¡Recé para que no tuviera una pila de multas de estacionamiento impagas listas para lanzármelas en la cara a punta de pistola! Contuve la respiración e imaginé que me llevarían a Wormwood Scrubs con grilletes; ¡qué final ignominioso para una ocasión tan edificante!

Luego espetó: “¿Puedo tomarme una foto contigo?” ¡con una gran sonrisa en su rostro! Mi alivio fue tangible. “¡Por ??supuesto!” - Respondí. Nos paramos juntos, posando; él con su chaleco antibalas, armado hasta los dientes, y yo con una chaqueta centelleante y zapatos brillantes; luciendo un poco incongruentes. Mientras estábamos allí, esperando que su amigo tomara la instantánea inmortal, bromeó: “Por supuesto, no es para mí… ¡Es para mi papá! ¡Es tu mayor fan!”.

Ah, bueno, eso es el mundo del espectáculo. En general, un día muy memorable.

Spike

P.S.: Hay más, ¡pero me temo que tendrá que esperar a mi libro!